La acción transcurre en Judea, el año 30 d. C. El Imperio romano, dueño y señor del mundo conocido, gobierna con mano de hierro sus vastos territorios, entre ellos Judea, sometiendo con dureza a sus moradores. Estos desean con ansia la llegada de un nuevo Mesías que liberará al pueblo judío del yugo romano. Entre ellos Judá Ben-Hur (Charlton Heston), un príncipe rico que comercia con especias de Oriente a Roma, un hombre respetado y creyente en la fe de su pueblo y su Dios.
Sin embargo, los tiempos están revueltos y se teme un levantamiento violento contra el poder romano, a lo cual este responde con el envío de dos legiones al mando del jefe militar, Mesala (Stephen Boyd), antiguo amigo de la infancia de Ben-Hur. Judá Ben-Hur ve en Mesala a un amigo y también una posibilidad de cambio para su pueblo, una esperanza para el entendimiento y el respeto. Pero por el contrario, Mesala ve a su viejo amigo como el hombre que «señalará» a los enemigos judíos de Roma por su pasada amistad. Sin embargo, Ben-Hur se niega al trato y Mesala, encolerizado, rompe la relación.
Ben-Hur, temeroso de su amigo el tribuno, sabe que tendrá que tener cuidado en adelante. Sin embargo, viene un golpe de mala suerte: su única hermana, Tirzah, se apoya en el borde de la azotea de su casa y una teja se desprende al paso de la comitiva que llevaba al gobernador, provocando que este se golpee al caer junto con su caballo, y este incidente, pese a ser accidental, provoca que su antiguo amigo lo encarcele junto con su madre y su hermana, acusados de atentar contra el nuevo gobernador de Judea, Valerio Grato. Judá trata de escapar de prisión, no sin antes hablar con Mesala, amenazándolo con una lanza y persuadiéndolo a liberar a su madre y hermana, alegando inocencia. Tras el intento fallido de asesinato en contra del tribuno, Judá es enviado al puerto de Tiro, sin juicio, como galeote en una galera. Ben-Hur jura vengarse de Mesala aunque ello le lleve toda la vida.
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