Como padres usted y yo definimos pautas en el hogar. Son parámetros deben ser claros para que las instrucciones permanezcan a pesar del paso del tiempo, como enseñó el rey Salomón: “
Educa a tu hijo desde niño, y aun cuando llegue a viejo seguirá tus enseñanzas.”(Proverbios 22:6, )
Cada principio que afianzamos en los hijos contribuye a fraguarles una personalidad de triunfadores, por encima de las circunstancias.
El amor que prodigamos a nuestros hijos reviste particular importancia para cimentar en ellos seguridad y auto confianza. Los niños que crecen en ambientes rodeados de afecto y estímulos, aprenden a hablar más rápido y registran rendimiento escolar. Todo esto como consecuencia de amor que reciben de sus progenitores. Los predispone a enfrentarse a nuevos retos.
“Si amas a tu hijo, corrígelo; si no lo amas, no lo castigues.”(Proverbios 13:24; Cf. 22:15) No obstante, los principios correctivos no deben estar ligados a la violencia, como recomienda la propia Escritura: “
Corrige a tu hijo antes de que sea muy tarde, no te hagas culpable de su muerte.”(Proverbios 19:18; Cf. Efesios 6.4). La amalgama perfecta es disciplinar con amor.
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