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Los peligros del vibrador
Este post, tambien podria ir en sexualidad.
Algunos juguetes sexuales contienen ftalatos, que pueden dañar al feto
Pueden reducir la producción de testosterona y causar diversos problemas
Estos compuestos se usan también en champús, cremas y objetos de plástico
El uso de vibradores, consoladores y demás juguetes sexuales es cada vez
más habitual, gracias en buena parte a nuevos mecanismos de distribución de
estos productos, como las reuniones de 'tupper sex' o el comercio 'online'.
Como práctica sexual en sí, no provoca mayores daños, según médicos y
sexólogos, pero el material del que están hechos algunos de estos objetos ha
hecho saltar las alarmas en países como Dinamarca y, más recientemente,
Alemania.
Los ftalatos son sustancias que aportan flexibilidad y elasticidad a los
plásticos y cuyo uso industrial está ampliamente extendido. Experimentos con
ratones han mostrado que pueden dañar la salud de los roederes y muchos
expertos opinan que esta indeseable propiedad es también aplicable, aunque
en menor medida, a los humanos. No hay nada científicamente confirmado,
pero el principio de precaución ha llevado a la Unión Europea a limitar la
utilización de estos compuestos en juguetes para niños.
El problema ya ha sido tratado en Dinamarca por la Agencia de
Medioambiente, la cual concluyó, tras un exhaustivo informe sobre la materia,
que las mujeres embarazadas o que estén dando el pecho a sus bebés no
deben abusar de juguetes sexuales hechos con ftalatos. El motivo es que,
mientras que un adulto está razonablemente a salvo de estos compuestos, un
feto o un recién nacido puede sufrir algunos problemas tras ser expuesto a
ellos, en particular los niños varones.
Estos materiales son demasiado parecidos a las hormonas masculinas; por
eso mismo, pueden causar alteraciones en el sistema endocrino, sobre todo si
son absorbidas por el organismo en fases tan sensibles a los cambios, como
pueden ser el desarrollo prenatal o la primera infancia.
Exposición prenatal
Estudios estadísticos han asociado la exposición a los ftalatos durante este
periodo con diversos problemas en el desarrollo, sobre todo de índole
reproductiva. La investigación que abrió los ojos a la comunidad científica
sobre los peligros de estos compuestos fue realizada por la ginecóloga
Shanna Swan, de la Universidad de Rochester (EEUU). Desde entonces, una
creciente literatura científica ha relacionado la exposición prenatal a ftalatos
con una reducción de la testosterona.
La doctora Swan encontró en su trabajo pionero una relación entre la
exposición de las madres a los ftalatos durante el embarazo, medida mediante
análisis de orina, y una menor distancia entre el ano y los genitales de sus
hijos varones. Los resultados fueron importantes porque esta medida es una
de las características que diferencia a hombres y mujeres: los primeros
presentan, como media, mayor distancia anogenital. Es decir, la exposición
del feto a los ftalatos provocaba, si no daños graves, sí una cierta
feminización de los futuros varones.
Las conclusiones de Swan han sido después refrendadas en otros estudios de
su mismo grupo, que han asociado el exceso de ftalatos con menores niveles
de hormonas andrógenas e incluso un menor apego o destreza por los juegos
típicamente masculinos en estos niños, una conducta que es consistente con
lo observado en experimentos con ratones: cuando se expone a los roedores a
estas sustancias, los machos roedores renuncian a algunos hábitos propios de
su condición sexual.
Hay una diferencia fundamental entre el tipo de evidencia directa que se ha
obtenido en animales, tras someterlos a experimentos en el laboratorio, y los
resultados que pueden adjudicarse a personas, que siempre dependen de
estadísticas y datos obtenidos en la vida real, donde nos enfrentamos a
infinidad de factores que interactúan con nuestro organismo y son
potencialmente perjudiciales.
Discusión científica
Aislar el efecto de los ftalatos, o de cualquier otro compuesto, es una ardua
tarea que se fundamenta en la acumulación de estudios, a falta de una prueba
indiscutible –una 'pistola humeante'– que permita zanjar la discusión. Los
humanos somos animales muy complejos y el ambiente en que nos
desenvolvemos lo es aún más. Así las cosas, los expertos que abogan por la
limitación de los ftalatos hablan del principio de precaución: no expongamos
al público a materiales cuyos efectos no entendemos del todo. La industria,
por su parte, demanda evidencias: no prohibamos, sin tener pruebas,
sustancias que no se han demostrado dañinas.
La legislación de la Unión Europea ha adoptado ya medidas preventivas en el
caso de los juguetes y productos destinados a los niños. Se han prohibido
tres tipos de ftalatos y otros tres se han limitado a objetos que los niños no
puedan llevarse a la boca. Más recientemente, el pasado mes de junio, han
entrado en vigor nuevas medidas de control para biberones y chupetes, en los
que acaba de prohibirse la utilización de bisfenol A.
Este compuesto está muy relacionado con los ftalatos: también se usa para
aportar elasticidad a los plásticos, y también es un disruptor hormonal, es
decir, puede alterar el sistema endocrino. Sin embargo, tal y como recuerda
Swan, no existe legislación que limite la exposición prenatal a estos
productos, que es precisamente la más peligrosa.
Volker Beck, parlamentario alemán por el Partido Verde Europeo, es una
figura pública muy conocida en el país germano, principalmente por su
activismo ecologista y gay. Ahora ha emprendido una campaña en el
Bundestag para que el Gobierno prohiba el uso de ftalatos en los vibradores.
Beck ha comparado los peligros de estos compuestos con los de la energía
nuclear y ha asegurado que pueden causar infertilidad, diabetes y cáncer,
afirmaciones que exageran y distorsionan los resultados científicos. También
ha pedido que se advierta a la población de los peligros de los ftalatos, tal y
como ya han hecho las autoridades danesas, algo en lo que los expertos sí se
muestran de acuerdo.
Champús y cremas de belleza
"Las mujeres embarazadas o lactantes deberían aplicar el principio de
precaución no sólo con los juguetes eróticos, sino con todos los productos
que contengan ftalatos, porque llegan directamente al feto a través de la
placenta", explica la doctora Marieta Fernéndez, de la Universidad de Granada.
"El problema de los ftalatos es que no están sólo en juguetes sexuales:
estamos expuestos por multitud de vías", aclara esta experta, quien elogia "el
coraje de la administración danesa".
Los ftalatos pueden encontrarse en productos tan comunes como cremas de
belleza, champús, recipientes de plástico para la comida, recubrimientos de
vinilo, perfumes o equipamiento médico.
"Hemos visto que los niños en cuya leche materna hay más ftalatos, presentan
menos niveles de hormonas sexuales", detalla, por su parte, el doctor Jaime
Mendiola, de la Universidad de Murcia. "En la etapa prenatal se debe evitar
cualquier exposición: es una etapa de la vida especialmente importante y
sensible, y cualquier cambio podría producir una disfunción", añade.
En ratones y otros animales, se han detectado malformaciones en el feto a
causa de estos compuestos, además de cáncer de hígado y otros problemas
graves. El cáncer, sin embargo, estaría prácticamente descartado en humanos,
debido a que los mecanismos mediante los que se genera no son trasladables
a nuestra especie. Aun así, los riesgos son varios. Según la doctora
Fernández, pueden darse casos de hipospadia (anomalía congénita en el
pene), criptorquidia (testículos ocultos) u otros problemas que no son visibles
en el nacimiento pero se manifiestan después a lo largo de la vida adulta.
FUENTE
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