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Ver la Versión Completa : Chocolate, un activador sexual


jamespoetrodriguez
27-abr-2009, 00:16
El chocolate,
un remedio para el desamor
Por Samanta Hernández
Sexóloga educadora http://www.sexualidadonline.com/actuales/actual05junio07.jpg El chocolate es la perdición de hombres y mujeres. Es una placer, una delicia, un encuentro con las sensaciones suculentas de la vida, es subir al cielo y bajar entre nubes. No hay nada más rico que disfrutarlo. El chocolate es como... como... ¡como el enamoramiento!
Lo anterior es una gran verdad, el xocolatl como lo nombraban nuestros ancestros, contiene una sustancia muy similar a la que segrega el cuerpo cuando está enamorado. Por ello no es fortuito que el chocolate se regale entre los enamorados aunque lo mejor sería regalarlo en el desamor para compensar la necesidad de sentir “el amor” recorrer por las venas.


El chocolate, el dulce de los enamorad@s
Nunca más cierta la frase “el amor es una cuestión de química”. Así es, el enamoramiento tiene que ver con procesos químicos. Una segregación de sustancias se disparan en nuestro cuerpo, entre ellas la feniletilamina, responsable de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando estamos enamorados.
Durante un estudio realizado por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz del Instituto Psiquiátrico de Nueva York a pacientes aquejados "de mal de amor", una depresión psíquica causada por una desilusión amorosa, se dieron cuenta que estos pacientes consumían obsesivamente grandes cantidades de chocolate, un alimento rico en feniletinamina. Los pacientes se automedicaban para compensar la falta de esta sustancia en su cuerpo.
Llegaron a la concusión que el chocolate brinda ciertas sensaciones similares al estar enamorado: placer, sensación de armonía, engolosinamiento, sentir que por un instante se pierde uno en el espacio, que se flota.
Por otra parte, el 50% de las mujeres entrevistadas para el libro Por qué necesitan las mujeres del chocolate confesó que elegiría el chocolate antes que el sexo. Hay quienes al chocolate lo llaman EL PROZAC VEGETAL.


¿Una tacita de chocolate?
Así que si te aqueja un mal de amores, o conoces a alguien triste porque en su cuerpo falta feniletilamina, no busques darle consuelo con consejos. Mejor anímense frente a una deliciosa taza de chocolate a seguir deleitándose con los placeres de la vida. O bien, sentad@s frente a una potente y calorífica caja de chocolates (suizos o alemanes de preferencia –excelente resultado del mestizaje y exportación) pasen una revitalizadora sesión.
Nada mejor que un chocolate para endulzar el alma, calentar los motores de nuestro interior y seducirnos.

MACL2009
27-abr-2009, 01:49
Mucha razón, James.

Hace algú tiempo, tras una buena búsqueda de información de carácter científico para explicar algunos detalles relacionados con el amor (con motivo de un 14 de febrero, según recuerdo), publiqué un artículo en un´periódico de mi localidad, del cual ahora transcribo este fragmento, para compartirlo con la comunidad:

EL CHOCOLATE, EMBAJADOR DE AFECTOS

...Por otra parte, Usted seguramente sabe que, con motivo de la celebración del romántico Día de San Valentín, al igual que ocurre en diciembre en muchas partes del mundo, el producto más solicitado para demostrar el amor y el afecto sentidos hacia la pareja, o quien se pretende que lo sea, así como hacia los amigos, es, precisamente, el chocolate, en sus diversas presentaciones.

Sí. Se preguntará Usted qué relación puede existir entre la ciencia, el amor y los chocolates, más allá del conocimiento científico y el desarrollo tecnológico presentes en el procesamiento industrial de tan gustada golosina.

De acuerdo con estudios realizados en el Instituto de Neurociencias en San Diego, California, entre otros centros de investigación, la preferencia por el chocolate como “embajador de afectos” está íntimamente relacionada -aunque quien lo regala y quien lo consume no lo sepan- con los “buenos sentimientos” que el producto del cacao despierta después de degustarlo, y que son producidos o favorecidos por algunas de las más de 300 sustancias químicas que contiene.

Las investigaciones realizadas sugieren que la cafeína y la teobromina, dos conocidos estimulantes presentes en el chocolate en pequeñas cantidades, pueden ser la fuente del “ánimo” que el éste imprime en quienes lo consumen.

Un estimulante más poderoso del chocolate es la feniletilamina, que, al igual que las anfetaminas, incrementa la capacidad del cerebro para prestar atención y permanecer alerta.

Uno de los estudios realizados en el Instituto de Neurociencias en San Diego revela, incluso, la participación de otro neurotransmisor, conocido como anandamida, el cual se produce de manera natural en el cerebro y tiene un funcionamiento y efectos similares a los del tetrahidrocanabinol, el ingrediente activo de la marihuana. Esto se traduce en una sensación de absoluto “bienestar” o, en lenguaje juvenil, de sentirse “high”.

Al igual que otros neurotransmisores, la anandamida tiene una vida fugaz en el cuerpo humano; pero otras sustancias presentes en el chocolate parecen retrasar su destrucción natural en el organismo, provocando una sensación de bienestar más prolongada.

Los científicos coinciden en señalar que el efecto conjunto de los componentes del chocolate, se traduce en una sensación de bienestar, euforia y predisposición hacia la generación de emociones y sentimientos positivos, favorables para el desarrollo de los afectos.

Así, conforme esta información lo sugiere, si un joven pretende “llegarle” a una chica y quiere aumentar sus posibilidades de éxito, el obsequio más recomendable para conseguir su propósito es una caja de chocolates. Eso sí, deberá asegurarse que ella los consuma antes de hacerle la pregunta clave.

Salud. Y un abrazo a todos.

MACL2009
27-abr-2009, 02:01
Siguiendo con la ciencia del amor, me permito compartir otro texto redactado con el mismo pretexto. Inicialmente pensé eliminar los dos primero párrafos, por hacer alusión a un espacio local, pero finalmente decidí dejarlo intacto. Espero que contribuya a que tengan un conocimiento más amplio sobre el tema:


¿Y tú, con qué amas?
LA CIENCIA DEL AMOR

M. Ángel Córdova L.

Se dicen tantas cosas del amor y se cometen tantas barbaridades en su nombre, que no pudo menos que llamar mi atención el comentario que un joven le hacía hace algunos días a su pareja, a la sombra de un árbol de los que pueblan nuestra hermosa Laguna de La Pólvora (esto es en Villahermosa, Tabasco, México), sin percatarse de que había un testigo del diálogo. La chica se quejaba del escaso romanticismo de él, y éste, a su vez, ofrecía una serie de argumentos que podemos sintetizar en una de las tantas frases que le escuché decir: “¡Es que yo no te quiero con todo el corazón, sino con todo mi cerebro!”

Seguramente habrá millones de personas que vean en las palabras del muchacho una absoluta falta de delicadeza y de romanticismo, pero a mí me dejaron pensando en toda la verdad científica que encierran, pues, a fin de cuentas, es en el cerebro donde se desarrolla toda la serie de eventos que provocan ese estado que conocemos como enamoramiento.

Los científicos consideran que en algún momento de la evolución del ser humano, la parte animal, instintiva y emocional, localizada en el interior del cerebro, se conectó con la parte racional, pensante, reflexiva, que sólo se desarrolla en los animales superiores y que se localiza en la corteza cerebral.

La función del corazón en esto del amor, en todo caso, se reduce a hacerse cargo del transporte de todo el caudal de sustancias químicas que intervienen en el proceso, y que son liberadas y puestas en el torrente sanguíneo por instrucciones del cerebro.

La flecha de Cupido lleva química en la punta

La labor del cerebro empieza desde el momento mismo en que, a través de los ojos y el olfato, determina que alguien es una pareja potencial. Al parecer, desde antes que una persona se fije en otra, ya ha construido un patrón de rasgos esenciales que harán que se enamore de ella y no de alguien más.

La información recibida desencadena una serie de cambios que producen impulsos electroquímicos en el cerebro, los cuales viajan hasta la parte instintiva, donde se eslabonan con la parte pensante, que procesa los datos de acuerdo con las expectativas guardadas en la memoria, y con factores de orden psicológico y social, entre otros.

Como resultado de ello, el cerebro decreta la liberación de diversas sustancias químicas que, curiosamente, anulan, en cierta modo, su función lógica, hasta dejarlo en ese estado de enamoramiento que uno de los más influyentes filósofos españoles del Siglo XX, José Ortega y Gasset, calificó de “imbecilidad transitoria”.

La acción de algunos estimulantes naturales y productos hormonales, tales como feromonas, endorfinas, catecolaminas (adrenalina, noradrenalina, etc.), feniletilamina y oxitocina, provoca en el organismo euforia, hiperactividad, y hasta pérdida del apetito y del sueño (síntomas clásicos del enamoramiento), favoreciendo el predominio del sistema emocional sobre el racional.

Las mejillas enrojecen, el ritmo cardíaco se acelera y las manos empiezan a sudar. En ese momento, puede decirse que Cupido ha clavado su flecha, dejando al individuo a merced de la bioquímica.

Amor en Tres Actos

Estudios científicos permiten comparar al enamoramiento con una obra de teatro desarrollada en tres actos, cada uno de los cuales involucra grupos distintos de sustancias químicas.

La primera escena, tras levantarse el telón, corresponde a una etapa de anhelo, determinada por los niveles de testosterona y estrógeno, que ponen a la persona en busca de algo, aunque no sepa qué.

A continuación, ocurre una etapa de atracción, que puede considerarse como la verdadera fase de enamoramiento. Cuando las personas se encuentran en esta parte de la obra, no pueden pensar en nada más que en el ser amado. Es aquí cuando se manifiesta la pérdida de apetito y cuando se duerme menos, sin que importe, por pensar en el nuevo amor. Los responsables químicos de este “cuadro clínico” son un grupo de neurotransmisores llamados monoaminas: la dopamina, la adrenalina y noradrenalina, y la serotonina.

El último acto corresponde a la etapa de unión, en la que se determina la duración de la relación de pareja. En ella, los roles principales los desempeñan dos hormonas relacionadas con el sistema nervioso: la oxitocina y la vasopresina.

La primera es liberada por el hipotálamo durante la niñez y es la responsable de las contracciones del útero en el momento del parto, la producción láctea de la madre, así como del deseo de acunar en los brazos al bebé y, en general, de tocar y acariciar a la pareja. Se libera también durante el orgasmo y se cree que es promotora de la fuerza de la unión cuando se produce la relación íntima. La teoría supone que los lazos de una pareja se vuelven más intensos en la medida en que se tiene más sexo.

La segunda es importante para el control del riñón, y su papel en la durabilidad de las relaciones fue descubierta por los científicos al estudiar un grupo de ratas de campo.

Si bien es cierto que esta descripción del proceso ha sido un simple esbozo, y que durante las manifestaciones de enamoramiento la presión sistólica (también conocida como máxima) sube, se generan más glóbulos rojos para mejorar la oxigenación de la sangre, y el corazón late más aprisa, alcanzando hasta 130 pulsaciones por minuto, es evidente que el control de los procesos biopsicológicos que implica el amor no reside en el músculo cardíaco, cuyo papel es realmente mínimo, sino en la materia gris.

Bajo esta consideración, permítame decirlo, no me cabe la menor duda que la “aclaración de amor” que dio pie a este comentario es mucho más razonada y responsable que la habitual “declaración”. Yo no sé qué opine Usted, pero creo que la chica lo entendió de esta manera, porque lo último que escuché fue su voz diciendo el nombre de él, en un tono de total enamoramiento, que me hizo recordar una frase del maestro Antonio Machado: “Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer”.

Salud, amigos.

jamespoetrodriguez
27-abr-2009, 10:21
Excelente compilado compañero, esto me gusta, que se proponga más material para extender lo que ya tenemos.. mil gracias por colaborar... ciao.

alejandra771
27-abr-2009, 11:04
hola dr jamespoetrodriguez;

como mucho chocolate no le veo el problema (bueno si hay uno ahorita estoy soltera :risas: ) ademas el chocolate hace que el cerebro libere sustancias que te hacen feliz como la endorfina si mal no recuerdo :preocupado:

PD: lo de dr es en broma

jimmy_criptoy
27-abr-2009, 11:12
Señoritas el chocolante engorda :charla:
Por lo demas todos felicezes, ademas no es un regalo muy caro, pero luego pagarle el gimanasio es otro tema :espera:.

Saludos !!!

alejandra771
27-abr-2009, 11:19
señor jimmy si engorda pero para eso nos debemos saber controlar tambien; uno de vez en cuando no hace tanto daño

:charla:

jimmy_criptoy
27-abr-2009, 11:31
uy, señor me queda muy grande :sonrojado: y aun no acabo la colegiatura.
El chocolate queda para navidad y año nuevo.

Suerte !!

jamespoetrodriguez
27-abr-2009, 11:49
Ay padre... tan viejo y ahora sales con que engorda.. jajaja.. vamos a buscarte el informe médico de la realidad.. que el que engorga es el que no sabe comer.. jajaja...

Sólo hay que moderar la boca, el estómago y saber elegir el tipo de chocolate que consumimos... sino, observa si los gordos son así por comer chocolate.. jijiji.. el chocolate se dijiere en barras, bebidas y además es nutritivo si se usa en otras partes. jajaja.. ciao...

MACL2009
27-abr-2009, 16:19
Miren nada más hasta dónde nos ha traído el tema del chocolate propuesto por el buen James.

Déjenme abundar un poquito más con otro texto que redacté sobre el asunto del amor derecho, entre personas de sexo complementario (y aclaro que no tengo nada contra quienes tienen preferencias distintas).

LA QUÍMICA DEL AMOR

Desde tiempos inmemoriales, el hombre se ha enfrentado al gran misterio del amor, intentando, incluso, resolverlo. Los mitos, poemas y novelas reúnen la más larga historia en eso de registrar ideas y conceptos acerca del amor.

Se sabe, por ejemplo, que las canciones románticas populares más antiguas fueron escritas por los chinos, entre los años 1000 y 700 a.C. Antes de eso, los egipcios ya habían plasmado poemas de amor en papiros y vasijas, entre 1300 y 1100 a.C. Pero es en la epopeya sumeria y babilonia de Gilgamesh, que data del año 2000 a.C., donde está documentada la primera referencia a este sentimiento.

Los científicos se han sentido atraídos por los misterios del amor, estudiándolo desde diferentes ángulos y disciplinas. Frases construidas por la sociedad no especializada hablan por sí solas de esa relación identificada entre el amor y la ciencia. Destacan, por ejemplo: “el amor es una droga”, usada para referirse a la gran atracción que ejerce una persona sobre otra, o “es que hay química entre ellos”, para ilustrar la intensidad de su relación.

Y vaya que están en lo cierto. Al menos, así lo sugieren los resultados obtenidos en algunos estudios. Hoy se sabe, por ejemplo, que en el enamoramiento están involucrados los mismos procesos químicos que caracterizan a las adicciones.

De hecho, es a la luz de estos descubrimientos que pude definirse al amor como “un estado químico de la mente”, que tiene sus raíces más profundas en los genes y que se ve influido por la educación, socialmente orientada hacia el cuidado amoroso de los hijos. En otras palabras, puede decirse que “el amor es una adicción química que ocurre como mecanismo natural de aseguramiento de la reproducción”.

Ahora bien, ¿qué es lo que hace que una persona atraiga a otra? Conforme algunas investigaciones, todos tenemos enterrada en alguna parte del subconsciente, una especie de molde o patrón con respecto al compañero(a) ideal. Y es este “mapa del amor” el que determina qué persona, entre una multitud, puede llamar la atención de otra. En la conformación de este patrón, se han identificado, hasta el momento, 3 factores fundamentales:

El primero de ellos, “la apariencia”, tiene un impacto definitivamente visual. Muchos estudiosos del tema especulan que existe una tendencia natural hacia la búsqueda de un miembro del sexo opuesto semejante al padre o la madre de uno(a). Otros han encontrado una aparente inclinación hacia personas de un físico similar al propio.

En segundo término, “la personalidad”, tiende a formar preferencias por aquellas personas que nos recuerdan a nuestros padres o a otras personas cercanas en la niñez, por su personalidad, su sentido del humor, sus gustos, etc.

El tercer elemento propiciatorio de la atracción, y primer vínculo formalmente reconocido entre el amor y la ciencia, lo constituyen “las feromonas”, término formado con las voces griegas “pherein” y “hormona” y que significa: “transportadores de la excitación”. En los animales, las feromonas están presentes en la orina o el sudor, como huella distintiva que dicta el comportamiento sexual y atrae al sexo opuesto, ayudándolos a identificarse entre ellos y a escoger parejas con un sistema inmune lo suficientemente diferente al propio, para asegurar una descendencia saludable.

Mejillas sonrojadas, ritmo cardíaco acelerado, manos sudorosas… son sólo algunas de las manifestaciones visibles de que alguien nos ha llamado la atención. La apariencia de la otra persona, su personalidad y las feromonas han hecho su efecto, y casi todo mundo puede darse cuenta de ello. ¿Pero qué ocurre dentro del cuerpo una vez que el buen Cupido nos ha hecho blanco de sus flechas?

De acuerdo con diversos investigadores en la materia, una vez que el travieso mensajero del amor ha hecho su trabajo, quedamos a merced de nuestra propia bioquímica, en un proceso que abarca tres etapas, cada una de las cuales involucra un conjunto diferente de productos químicos específicos.

La primera etapa, de “Lujuria o Pasión Erótica”, está determinada por la acción de las hormonas sexuales: testosterona y estrógeno. Aquí, cabe recordar que ambas hormonas están presentes en hombres y mujeres, sólo que en distinta proporción, y que la testosterona también juega un papel importante en la conducta sexual femenina.

Esta fase es característica de la adolescencia, recién pasada la pubertad, cuando el conjunto hormonal se activa por vez primera en el cuerpo y crea el deseo de experimentar “amor”. Tales deseos, también conocidos como “lujuria” o “libido”, son absolutamente normales, y juegan un importante papel durante la pubertad y el resto de la vida. Son la voz de las hormonas, que dicen: “¡Ve en busca de algo!”

Ahora bien, es importante distinguir entre la pasión erótica y el amor romántico, pues se trata de dos cosas diferentes. La lujuria se desarrolla con la finalidad del apareamiento sexual y la perpetuación de la especie, mientras que el amor romántico nace de la necesidad de vinculación infantil.

Por ello, aunque a menudo experimentamos pasión erótica por nuestra pareja, a veces no ocurre así… ¡y está bien! Pero también puede suceder que experimentemos esa lujuria por alguien más… y eso, de acuerdo con los especialistas, ¡también es normal! No en vano se dice: “El amor existe arriba de la cintura; la lujuria, abajo. El amor es poético; la lujuria es lasciva”.

Sin lujuria, pudiera ser que nunca encontráramos a esa persona especial que todos buscamos, pero aunque la pasión erótica sea lo que nos mantiene “buscando”, es nuestro deseo de romance lo que nos conduce a la segunda fase, llamada de “Atracción o Pasión Romántica”, en la que no se puede pensar más que en la pareja.

Entonces nos volvemos víctimas de un grupo de neurotransmisores llamados “monoaminas”, entre los que destacan: la dopamina, que produce una sensación de placer y felicidad; la norepinefrina, que aumenta el ritmo cardíaco; la feniletilamina, que ocasiona una sensación de bienestar; y la serotonina, que es uno de los más importantes químicos del amor, realmente capaz de volvernos “locos” temporalmente, por la reducción de sus niveles en la sangre.

Son estas sustancias las que inducen las señales características de esta etapa: la pérdida del apetito y el sueño, entre otras. Por eso, cuando entramos a la etapa de la pasión romántica, solemos perder nuestra capacidad para pensar racionalmente. Nunca más certera que entonces la frase aquélla de que “el amor es ciego”. En esta fase, las parejas pueden pasar horas conociéndose, sin notarlo.

Si la atracción se mantiene firme y es mutua, la pareja entra, usualmente, en la tercera etapa, de “Cariño o Compromiso”, que se convierte en un importante lazo de unión cuando deciden tener hijos. Algunos estudios demuestran que entre más idealizamos a la pareja, más fuerte es la relación durante esta etapa. Los papeles clave en esta fase del enamoramiento corren a cargo de otras hormonas: la oxitocina, la vasopresina y las endorfinas.

La oxitocina ha demostrado estar asociada con la habilidad para mantener saludables las relaciones interpersonales. Liberada durante el orgasmo, ayuda a crear un vínculo emocional (entre más sexo, más profunda la relación). También está relacionada con la relación afectiva madre/hijo(a), las contracciones uterinas durante el parto, y el amamantamiento.

Según los estudiosos, la vasopresina, una hormona antidiurética, actúa en combinación con la oxitocina, interfiriendo la acción de la dopamina y la norepinefrina, lo cual explicaría por qué el amor apasionado se desvanece a medida que el cariño crece.

Finalmente, las endorfinas, analgésicos naturales del cuerpo, producen una sensación general de bienestar, que incluye el sentirse tranquilos, en paz y seguros. Al igual que la dopamina, la norepinefrina y la oxitocina, las endorfinas también se liberan durante la actividad sexual. Además, lo hacen durante el contacto físico, el ejercicio y otras actividades. De acuerdo con algunos investigadores, las endorfinas producen una dependencia similar a la de las drogas, favorable para la duración de las relaciones.

Saludos afectuosos.

Rallak
27-abr-2009, 16:21
Señoritas el chocolante engorda :charla:
Por lo demas todos felicezes, ademas no es un regalo muy caro, pero luego pagarle el gimanasio es otro tema :espera:.

Saludos !!!

jajaja la clavastes hay,

despues dicen porque estan gordas y te dan el toston de que tiene que ir al gimnasio ajajaj.