JesRICART
27-may-2010, 13:57
La ética del no al paraíso material a cambio de la libertad personal. JesRICART
En Vivir para gozar (Holiday -1938-) George Cukor plantea un dilema clásico: el de los negocios o el del placer siendo este la forma particular de concretar cada cual su estilo de vida y la expansión en libertad de su ser.
El personaje de Gary Grant conoce a una mujer de la cual se enamora, hija de la alta sociedad neoyorquina vinculada a las altas finanzas. La hermana de esta es el personaje de Katheryn Hepburn, la oveja negra de la familia. Tienen un hermano diluido con un empleo mediocre dentro de la empresa de la familia y que ha truncado su iniciativa musical y creativa a cambio de un empleo de despacho sin encanto.
El cuadro familiar tiene por clave a un padre autoritario y manipulador que quiere conocer al pretendiente antes que dar su consentimiento. Después de unas cuantas peripecias en las que pide informes de él que le son favorables como chico inteligente y prometedor, se deja convencer por la perspectiva matrimonial que ha de darse a corto plazo e invita a la high society local coincidiendo con la fiesta de fin de año para anunciar el compromiso. Mientras tanto el casi recién incorporado a la familia consigue hacer unos ingresos por su cuenta y decide seguir un viejo sueño, el de viajar. Su prometida que ha manifestado distintas maneras de manipularla es una paternofílica que no pone en discusión ningún veredicto paterno. Mientras tanto la hermana (que ha pedido ser la organizadora de la fiesta donde se va a anunciar el compromiso a lo cual la otra ha accedido, se refugia en su habitación porque es crítica con seguir los dictados manipulativos del padre), se enamora del novio de su hermana. El pretendiente se replantea su situación en un momento en que acepta el nuevo trabajo que le ofrece su futuro suegro en un puesto destacado en el banco pero al comprobar la capacidad de manipulación de éste organizándole la vida y su viaje de novios inminente, decide seguir con su plan de ir a viajar a lo cual su novia no lo acompaña. En la última escena, en el barco de partida, se encuentra él con la pareja de amigos de la ciudad con la cual lo habían planificado y con el personaje de Hepburn que decide al fin separarse de su familia acompañándolo.
En todo momento las caras de la Hepburn y de Gary Grant son radiantes y con dentaduras perfectas enseñadas pudiendo decir las duras verdades de los trapos sucios en el seno de una familia pudiente. El propio Grant está objetado por sus amigos cuando está a punto de sucumbir al caramelo en forma de paraíso museístico a cambio de renunciar a su libertad personal.
La trama es un clásico de un tema que sigue persistiendo en los estamentos sociales y no sólo en los altos. La noción del partido que una novia se lleva sigue planeando en muchas capas sociales y la averiguación de quien es el pretendiente no deja de rondar a familias aunque, evidentemente ,no con las maneras tan grotescas e interrogativas que aparecen en el film (o tal vez sí en ambientes muy ricos).
Una película de texto que retrata convenientemente el contexto que ha elegido tratar, con apenas imágenes de exterior urbano o de personajes secundarios. Una exposición rotunda de discursos contrapuestos de la vida sin que haya manifestaciones ver bales de mal gusto ni tampoco exposiciones del mal estar. Un hombre y una mujer equivocados en sus distintitos roles, el de hija de una familia muy posicionada la una y el de pretendiente de una jaula dorada el otro, se encuentran para unirse en un contexto que proporciona un relevo y otras experiencias en el personaje ella mucho más próximo de mentalidad a la de él. No da tiempo para el drama emocional, los posicionamientos son antagónicos y muy claros. La filosofía del padre que representa la gloria económica y el éxito no deja lugar a dudas. Sostiene que nadie puede ayudar a nadie salvo a sí mismo, quintaesenciando uno de los predicamentos de la sociedad individualista, eslogan al que él mismo le proporciona la excepción cuando se trata de darle un empleo a su futuro yerno.
Cuando éste ha llegado a la casa para conocer a la familia de su novia, de la que no está al corriente de su posición social, confunde la puerta de servicio por donde entra, por la puerta principal. A partir de ese momento todo el encadenado de dobles sentidos en la comunicación y de las formas diferentes de ver el mundo es de un preciosismo literario valioso.
En Vivir para gozar (Holiday -1938-) George Cukor plantea un dilema clásico: el de los negocios o el del placer siendo este la forma particular de concretar cada cual su estilo de vida y la expansión en libertad de su ser.
El personaje de Gary Grant conoce a una mujer de la cual se enamora, hija de la alta sociedad neoyorquina vinculada a las altas finanzas. La hermana de esta es el personaje de Katheryn Hepburn, la oveja negra de la familia. Tienen un hermano diluido con un empleo mediocre dentro de la empresa de la familia y que ha truncado su iniciativa musical y creativa a cambio de un empleo de despacho sin encanto.
El cuadro familiar tiene por clave a un padre autoritario y manipulador que quiere conocer al pretendiente antes que dar su consentimiento. Después de unas cuantas peripecias en las que pide informes de él que le son favorables como chico inteligente y prometedor, se deja convencer por la perspectiva matrimonial que ha de darse a corto plazo e invita a la high society local coincidiendo con la fiesta de fin de año para anunciar el compromiso. Mientras tanto el casi recién incorporado a la familia consigue hacer unos ingresos por su cuenta y decide seguir un viejo sueño, el de viajar. Su prometida que ha manifestado distintas maneras de manipularla es una paternofílica que no pone en discusión ningún veredicto paterno. Mientras tanto la hermana (que ha pedido ser la organizadora de la fiesta donde se va a anunciar el compromiso a lo cual la otra ha accedido, se refugia en su habitación porque es crítica con seguir los dictados manipulativos del padre), se enamora del novio de su hermana. El pretendiente se replantea su situación en un momento en que acepta el nuevo trabajo que le ofrece su futuro suegro en un puesto destacado en el banco pero al comprobar la capacidad de manipulación de éste organizándole la vida y su viaje de novios inminente, decide seguir con su plan de ir a viajar a lo cual su novia no lo acompaña. En la última escena, en el barco de partida, se encuentra él con la pareja de amigos de la ciudad con la cual lo habían planificado y con el personaje de Hepburn que decide al fin separarse de su familia acompañándolo.
En todo momento las caras de la Hepburn y de Gary Grant son radiantes y con dentaduras perfectas enseñadas pudiendo decir las duras verdades de los trapos sucios en el seno de una familia pudiente. El propio Grant está objetado por sus amigos cuando está a punto de sucumbir al caramelo en forma de paraíso museístico a cambio de renunciar a su libertad personal.
La trama es un clásico de un tema que sigue persistiendo en los estamentos sociales y no sólo en los altos. La noción del partido que una novia se lleva sigue planeando en muchas capas sociales y la averiguación de quien es el pretendiente no deja de rondar a familias aunque, evidentemente ,no con las maneras tan grotescas e interrogativas que aparecen en el film (o tal vez sí en ambientes muy ricos).
Una película de texto que retrata convenientemente el contexto que ha elegido tratar, con apenas imágenes de exterior urbano o de personajes secundarios. Una exposición rotunda de discursos contrapuestos de la vida sin que haya manifestaciones ver bales de mal gusto ni tampoco exposiciones del mal estar. Un hombre y una mujer equivocados en sus distintitos roles, el de hija de una familia muy posicionada la una y el de pretendiente de una jaula dorada el otro, se encuentran para unirse en un contexto que proporciona un relevo y otras experiencias en el personaje ella mucho más próximo de mentalidad a la de él. No da tiempo para el drama emocional, los posicionamientos son antagónicos y muy claros. La filosofía del padre que representa la gloria económica y el éxito no deja lugar a dudas. Sostiene que nadie puede ayudar a nadie salvo a sí mismo, quintaesenciando uno de los predicamentos de la sociedad individualista, eslogan al que él mismo le proporciona la excepción cuando se trata de darle un empleo a su futuro yerno.
Cuando éste ha llegado a la casa para conocer a la familia de su novia, de la que no está al corriente de su posición social, confunde la puerta de servicio por donde entra, por la puerta principal. A partir de ese momento todo el encadenado de dobles sentidos en la comunicación y de las formas diferentes de ver el mundo es de un preciosismo literario valioso.